Fidel Trias Pagès nace en Sabadell el 18 de noviembre de 1918. Su vocación artística se manifiesta muy pronto y a los catorce años se matricula en la Escuela Superior de Bellas Artes de Barcelona.
En 1936, al estallar la Guerra Civil, se ve obligado a abandonar los estudios y su carrera incipiente de pintor. Sin embargo, terminada la guerra, vuelve a coger los pinceles e inicia una trayectoria artística que ya no interrumpirá hasta su muerte, en 1971.
Realiza la primera exposición en el año 1942 en la Acadèmia de Belles Arts de Sabadell, entidad en la que seguirá exponiendo con frecuencia a lo largo de los años y con la que se vinculará posteriormente como uno de los miembros más activos, en épocas especialmente críticas para la supervivencia de esta institución sabadellense.
Durante los años siguientes participa también en una muestra en Madrid (1945) y expone en los Amics de l'Art de Tàrrega (1947). Su obra pictórica durante esta primera época se compone básicamente de retratos, motivos florales, paisajes y bodegones.
En 1952, la participación en la Exposición de Arte Litúrgico celebrada en Barcelona con motivo del xxxv Congreso Eucarístico Internacional marca la incorporación en su obra de la temática religiosa, que irá adquiriendo protagonismo hasta constituir el grueso principal, y quedará plasmada en una serie de obras murales.
La primera de estas obras, la capilla del Santísimo Sacramento de Sant Feliu del Racó (realizada entre 1952 y 1955), refleja la influencia de su maestro Antoni Vila-Arrufat pero ya deja entrever claramente el inicio de una concepción de la pintura religiosa profundamente personal, innovadora pero al mismo tiempo enraizada en una tradición en la que se mezclan el románico y el legado novecentista más reciente.
Posteriormente a la obra del Santísimo de Sant Feliu del Racó, y en el período que va de 1952 a 1959, realizará pinturas murales de tema religioso en el vestíbulo del albergue infantil Nen Jesús, en el ábside de la iglesia de Bellaterra, en el altar mayor de la iglesia parroquial de Sant Llorenç Savall y en el baptisterio de la basílica de la Virgen de la Mercè de Barcelona.
De 1960 a 1966 lleva a cabo el conjunto de la iglesia de sant Oleguer de Sabadell, el altar de la Virgen del Rosario de Sant Vicenç de la Creu Alta, el altar mayor de Sant Feliu del Racó, la iglesia del convento de la Junta Provincial de Protección de Menores de Sant Llorenç Savall, el altar mayor de la iglesia de los Salesianos de la calle Rocafort, de Barcelona (en colaboración con Raimon Roca) y el altar de los mártires de la iglesia de Sant Genís de Vilassar.
De todas estas obras, sin duda la más importante es la de sant Oleguer de Sabadell, una iglesia de nueva planta inaugurada en 1961 y en la que Fidel Trias, a parte de realizar la pintura mural de todo el interior, diseñó y dirigió la manufactura de los vitrales, los esgrafiados, los baldaquines, el vía crucis, los candelabros y los manteles de los altares, y decidió las tonalidades de las paredes y los detalles de la carpintería y de la obra de hierro.
También entre 1952 y 1958 pintó murales de temática no religiosa, entre los que destacan los de la fábrica Marcet, de Sabadell, y los del Banco de Bilbao de esta misma ciudad.
En los últimos años de su vida, y a raíz de la nueva orientación litúrgica del Concilio Vaticano ii, tuvo que abandonar la obra mural religiosa y volvió a concentrarse en la pintura de caballete, con una clara preferencia por el retrato.
Hablando de la obra de Fidel Trias, Angel Marsà dice:
El concepto se encuentra en la línea de un realismo ligeramente expresionista, resuelto con una técnica muy depurada, a base de enérgica pincelada y grafismo vigoroso.
Una de las constantes de sus murales es la integración rigurosa con el entorno arquitectónico. Arturo Llopis asocia sus murales con un «deseo de fundirse en la arquitectura, en la estructura y en las molduras del templo, en sus formas [....] a través de la mínima exposición de elementos colorísticos, acumulando en la armoniosa composición el blanco, el gris y las gamas suaves, acusando los esfuerzos, la agrupación de figuras con un dibujo poderoso, grávido, a pesar de la ingravidez y la espiritualidad que presta al conjunto».
En palabras de Antoni Vila-Arrufat,
... es consecuencia importantísima, en estos tiempos de fáciles genialidades, poder decir que Trias Pagès ha escogido con valentía el camino de las dificultades, de la responsabilidad, y de mostrar a plena luz, lealmente, sin camuflajes intelectuales y con honradez, sus posibilidades y limitaciones; o sea, la servidumbre y la grandeza de su arte.